martes, 24 de julio de 2018

¡SE QUEMÓ EL PEROL!…



¡Se quemó el perol! – Gritaste desde lejos – no pude ocultar que sentía pánico y pena por haber sido tan descuidado, imagine me arrojarías una de esas famosas chanclas tuyas, pero no fue así, no lo hiciste, supiste muy bien como dejarme desconcertado, pase muchos días tratando de entender por qué no lo habías hecho. Te lo pregunte varias veces, solo que lo hacía sin hablar mientras te veía día a día a los ojos.
Los años parecen enseñarnos mucho, aunque siempre parece poco. Ellos  – no sé si me equivoque – permitieron darme cuenta de lo sabia que había sido tu decisión en ese entonces.
Para ti, el que ese perol se hubiese quemado significaba más de tu tiempo en su lavado tratando de devolverlo a la normalidad para seguirlo usando. Así lo hiciste, lo lavaste, tan dedicadamente que lo lograste.
No podía creer lo que estaba viendo, y lo que aprendía mientras sucedía, en tan solo un par de minutos me habías enseñado lo que sin duda alguna se traduciría en mejores decisiones en mi vida.
No te hiciste pedagoga, y aun así supiste convertirte en mi mejor maestra, sé que fuiste a la mejor escuela, la vida, y con la mejor libreta de apuntes, tu alma, siempre abierta para quien deseara leerla, porque aunque lo habías escrito tú, estabas dispuesta a enseñar a todos.

-John J. Lemus-

SÍ LO LEEN...

Este fragmento quizás sólo hable de ti. Y no sé si alguien más le quiera leer, pero si lo hacen es importante que también lo sepan. Qu...